domingo, 18 de diciembre de 2011

El otoño está de moda.

Preparamos la clase para realizar el taller
El curso pasado llevamos a cabo una experiencia sensorial del otoño. Gracias a una espectacular invasión de hojas conseguimos apreciar los colores, los olores, las texturas, el sonido y el sabor que caracteriza a esta preciosa estación.
El amarillo otoñal es especial
En este curso hemos conseguido experimentar con hojas, apreciar sus formas colores, su tacto y crear nuevos objetos a partir de elementos del otoño. Durante algunas semanas hemos trabajado con pequeños tesoros  conseguidos en nuestros parques campos y jardines durante el otoño.

Los peques han descubierto que a partir de elementos muy sencillos y cotidianos que vemos todos los días a lo largo del otoño podemos conseguir crear cosas nuevas y dignas de ser mostradas, verdaderas obras de diseño. Hemos conseguido apreciar la belleza que encierra esta estación… sus diferentes tonos de marrones, anaranjados, amarillos y grises; las diferentes formas de las hojas.
Ahora un naranja calido
El objetivo fundamental de esta actividad es que sean capaces de apreciar la belleza que los envuelve cuando pasean en estos días. Que sepan descubrir el misterio que encierra un cielo nublado, la multitud de tonos que encierra el gris, la gallardía de los contornos de las nubes y de cómo nos anuncian en sus formas la posibilidad de que tornen en lluvia. Los montones de hojas acumulados en los recovecos de las calles y que caprichosamente amontona el viento. Los arboles semidesnudos que nos permiten apreciar el brillo del sol a través de decenas de tonos ocres.
Buscamos el color de un cielo de otoño
Como motivación para realizar estas observaciones organizamos un desfile de otoño. Algo muy festivo. Deseaba, entre otras cosas, que los peques consiguieran desterrar en sus mayores, ese viejo prejuicio que nos conduce a considerar el otoño como una estación  triste, nostálgica y, en cierto modo, de naturaleza mortecina.
No puede faltar el marrón
Y manos a la obra, en primer lugar teníamos que fabricar nuestros tejidos de otoño. Diferentes mezclas de colores sobre el papel despertaron en ellos su capacidad de apreciar estos mismos tonos en el exterior. De observar los cambios que lentamente van produciéndose en la naturaleza.

Después realizamos bordados con hojas de diferentes formas, corteza de árboles, vainas, etc. Y con mucha, mucha imaginación,… conseguimos darle forma a nuestros trajes de otoño.
Pintamos para los detalles

Un diseño espectacular
Luego con la ayuda  de los papás y mamás para que aportando uno, una cosa de acá y otras cosas de allá, consiguiéramos montar una auténtica sala de fiesta con su pasarela, luces y sobre todo unos espectadores muy entusiastas y unos modelos guapísimos y muy satisfechos con su trabajo.

Este vestido está dando trabajo...
¿Quien llevará este cuello tan elegante?



El otoño está de moda… Apreciamos su belleza engalanando a nuestros pequeños con las riquezas que nos regala nuestro entorno, disfrutando de la ilusión con la que visten sus diseños. Apreciemos la belleza de esta luctuosa estación en nuestros campos. Saciémonos de la belleza y el misterio que encierra. Bajo su desgarradora apariencia se esconde una explosión de vida silenciosa, callada, modesta que podremos apreciar con la llegada de la primavera.




lunes, 28 de noviembre de 2011

El cumple de los "peques más peque"


Decoramos el mantel
Hace unos días, me reunía con un grupo de padres y madres para planear una sencilla fiesta. Nuestros “peques más peque” iban a celebrar su cumpleaños. Ya todos tienen cuatro añitos.

Convenimos que no era adecuado hacer grandes gastos ni rodear a los peques de lujos. En esta sociedad altamente consumista, va siendo  preciso que nos demos cuenta de que no es necesario que estos se sientan como marajás el día de su aniversario pero sí, ante todo, que se sientan muy amados, que sepan que durante meses fueron muy esperados, muy deseados, que cambiaron nuestra existencia y nuestra escala de valores con su llegada, que el día que invadieron nuestras vidas fue de los más dichosos y plenos que puede vivir el ser humano.
Nos ponemos los gorros de fiesta

Es precioso que sintamos un agradecimiento profundo por las personas que amamos y que nos regocijemos de evocar el día dichoso en el que sus ojos vieron por primera vez la luz de nuestro mundo, el día en el que fueron visibles para los que lo esperaban llenos de impaciencia. Por ello, tiene sentido que recordemos también, no sin cierta tristeza pero con una agradable gozo interior, el día en que nacieron nuestros seres queridos que ya no se encuentran con nosotros en este mundo. Reconocer que la luz de ese día especial, nos permitió disfrutar de aquellos a los que amamos en su ausencia porque se llevaron un trozo de nuestro  corazón. Pero no quisiese dejarme llevar por la nostalgia.
Una tarta hecha con mucho cariño por Lola

Podemos aprovechar las circunstancias de estas celebraciones para hacer crecer a nuestros hijos no solamente en edad sino también en valores. Elegir, incluso mejor por consenso entre toda la familia, un regalo para poder compartir con los hermanos en vez de algo personal para él; participar juntos en la preparación del acontecimiento preparando sorpresa para los amiguitos que acudan; elaborar una tarta casera en la que no falten los detalles que a los invitados  les gustan más aunque no sean los más favoritos del que cumple, enseñarlos a ceder por el amigo; hacer reflexionar al homenajeado sobre los gustos y preferencias de sus compañeritos a la hora de planear los juegos; organizar actividades no competitivas sino cooperativas; organizar alguna manualidad previa que les ayude a compartir su creatividad como decorar el mantel, maquillarse unos a otros, crear sus propias coronas o disfraces. Y muy importante, invitar a un número razonable de peques, no más de los que podamos hacer sentir muy bien, como en su casa y a los que pueda dedicar un ratito especial  y particular el cumpleañero.

Los "peques más peque"
Sé que todo esto cambia, en cierta manera, el concepto de cumpleaños que trata de imponernos el ritmo de nuestra vida actual. Los niños y niñas son auténticos objetos de consumo y, muchas veces, por nuestra falta de tiempo, por inercia o simplemente porque nunca nos habíamos planteado que podía ser de otro modo, nos dejamos arrastrar e invertimos grandes cantidades de dinero pero muy poca cantidad de cariño en estos eventos. Desaprovechamos estas ocasiones que serían valiosísimas para enseñar a nuestros hijos  la necesidad de darse a los demás en ese día en el que  la sociedad les hace creer que es el mundo es el que ha de inclinarse hacia él. Le restamos la posibilidad de que se sientan agradecidos por el don de la vida.
Una fiesta para todos

Pero, realmente, si lo pensamos despacio…en ese darse a los otros en el día de su cumpleaños ¿no encontrará el verdadero sentido de su existencia?, ¿no encontrará las razones que le ayudarán a responder a esa pregunta que todos, tarde o temprano terminamos haciéndonos algún día?...

…¿Y yo para qué nací?

martes, 22 de noviembre de 2011

Todos para uno y uno para todos

Todos para uno, uno para todos.
Hace algún tiempo, navegando por estos mares virtuales, leí que una de las claves del éxito del sistema educativo finlandés se halla en el trabajo cooperativo de los alumnos. Consideraba que difícilmente puede quedar un alumno rezagado, ya que sus mismos compañeros le ofrecen apoyo, puesto  que el avance de cada miembro es considerado  como una responsabilidad más de cada uno.


Esos cuentos impresionantes...
Realmente, aunque no dudo de que esto sea cierto, no puedo asegurar que sea así ya que no poseo conocimientos suficientes sobre este tema,(ya me gustaría poder viajar a esas latitudes y compartir experiencias con los magníficos profesionales de la enseñanza de ese país). Lo que sí puedo constatar, por mi propia práctica, que es una forma de aprender muy bella aunque muy exigente para el docente que, teniendo en cuenta las ratios de alumnos que manejamos en España, queda desbordado. El maestro debe de armarse con grandes dotes de paciencia, firmeza ante lo que piensen los espectadores inoportunos, que solo perciben el lío liadísimo que se forma, y, sobre todo, un gran convencimiento de que lo que se hace es lo correcto.
Enseñamos al otro lo que descubrimos

Siempre he pensado que una de las labores más importantes del profesor de Infantil es tratar de hacer de su grupo de alumnos: “una piña”, es decir que sean “todos para uno y uno para todos”. Cuanto más alto sea el nivel de cooperación de los alumnos y más bajo el nivel de competitividad, más receptivo será el grupo a los aprendizajes, más positivos sus comportamientos y más entusiastas sus respuestas.

Hemos de compartir el material
Y, ya nos conocemos, que una fue “cocinero antes que fraile”.  Trabajar en grupo no significa  repartirnos los puntos del tema y luego unirlos todos, poniéndonos de acuerdo en el tipo de letra a usar y los espacios, ahora en el Word y antiguamente en la Olivetti. Tampoco significa que el grupo vote y se haga lo que decide la mayoría sin tener en cuenta las peculiaridades y, por qué no, las rarezas de algunos de los miembros más originales.
Trabajar en grupo significa que cada uno aporte al grupo su pequeño grano de arena. Que cada idea sea tomada en cuenta, que el resultado final llene de satisfacción a todos. Esto ante todo ayudará a reflexionar a cada alumno acerca de sus propias capacidades, se animará a ponerlas al servicio de la comunidad y, sobre todo, aprenderá a descubrir y valorar las aptitudes de sus iguales.
La firma del cuadro: "TODOS"

Esto que suena tan bonito pero tan utópico, puede irse consiguiendo, es posible. Podemos darle la vuelta a muchas de nuestras prácticas educativas como si de un calcetín se tratara. Ante todos, maestros y padres, hemos de procurar evitar la competitividad a la que a menudo sometemos a los alumnos o a nuestros propios hijos, comparándolos en sus actividades. Podemos modificar juegos clásicos eliminatorios haciéndolos cooperativos. Hemos de ir compensando los pequeños grupos de trabajo para que sean los propios niños los que mejoren el nivel lingüístico de sus compañeros, su capacidad de atención, sus relaciones sociales, sus discapacidades, sus limitaciones. Podemos formar grupos flexibles que les ayude a conocer todos a todos. Podemos  ayudarles a autoevaluar, a través del dialogo, al final de la jornada, sus actuaciones (una asamblea a última hora de la mañana y no necesariamente a primera, cuando tienen mucho que compartir en sus aportaciones), que reflexionen juntos acerca de las consecuencias de sus actos del día, acerca de los conocimientos que se llevan a casa. Podemos proponernos limitar los trabajos individuales y dedicar un tiempo semanal fijo a los trabajos en grupo, a crear juntos. Hemos de hacerles sentir la responsabilidad del avance de cada uno de los miembros del grupo, como si de su propio avance se tratase.
La limpieza... entre todos
A mayor afectividad entre ellos, mayor apoyo. Las relaciones interpersonales pueden convertirse en una verdadera educación compensatoria. Hemos de descubrir las limitaciones y aptitudes positivas de los otros, hemos de hablar de ellas con naturalidad. Hemos de encontrar soluciones, juntos, para apoyar los aprendizajes de los más débiles. Hemos de explotar las cualidades que necesariamente poseen todos nuestros alumnos, haciéndoles consciente del gran potencial que ellos mismos pueden sacar de ellas.

En el aula, los maestros hemos de descubrir que tenemos un cuarto de centena de maestritos de refuerzo y un cuarto de centena de genios capaces de sorprendernos. Todos para uno y uno para todos. Merece la pena el revuelo que se forma, romper el silencio ancestral de la vieja escuela. En las relaciones afectivas, la cooperación, en el autoconocimiento propio y en el descubrimiento del otro, en la conciencia de grupo, en la responsabilidad hacia los demás…hemos de encontrar el punto de apoyo  para impulsar, desde esa gran palanca que es la escuela, a nuestros peques, con entusiasmo y sintiéndose unidos, al maravilloso mundo de la lectura, la investigación y el aprendizaje.
Juntos encontramos el color de un cielo de otoño

Al final del día comentamos lo que hemos vivido

Tradicional "juego de la silla" con aros

Un peque vale más que un aro

Eliminamos los aros, no a los peques


Corremos al ritmo del pandero, fuera de los aros

Ya solo quedan tres, nos abrazamos porque todos tienen que entrar

Conseguimos entrar en "uno" pero al final caemos

Todos ganamos: nos reímos juntos y somos más amigos

domingo, 30 de octubre de 2011

Paseando con las estrellas (II)

Mi espacio… nuestro espacio.

A menudo pensamos que poco vale la visión que los niños pueden darnos de las cosas. Creemos que su pensamiento habría de ser como el nuestro pero en chiquitito y por eso tratamos de explicarles nociones transcendentales,  conceptos abstractos o temas que nos resultan embarazosos apoyándonos en  semillitas, mundos de color azul,…o simplemente evitando temas que no podemos siquiera explicarnos a nosotros mismos.

No obstante, hemos de considerar que ellos tienen una forma particular de ver el mundo. En muchas ocasiones he tenido la suerte de encontrarme con algún sabio de tres años que me ha revelado secretos que mi concienzuda y lógica mente de adulto jamás hubiese sido capaz de descubrir: la forma de caminar de aquel amigo, el tono levemente rosado de aquella flor que percibía simplemente blanca, el humor de aquellos adultos que nos visitan, …Son capaces de percibir nuestro estados de ánimos incluso antes de que nos percatemos interiormente de ellos y de descubrir con un simple golpe de vista que el sol brilla en nuestro corazón esa mañana.

Es el mundo, el espacio… lo que nos presentan hoy. Su espacio es  nuestro espacio. Un planeta en el que solo cabe su familia. Una tierra en la que todo es de color de rosa. Un sol de tamaño de bolsillo. Un eclipse que más que oscurecer nos ilumina. El mundo que parece una pelota. Movimiento, cohetes, seres extraños, el vacío y el silencio. Tierra de fuego, color y calor. Un planeta en mis manos…

Antes de que sus mentes infantiles se llenen con el nombre de cometas, constelaciones extrañas, planetas de variados colores, estrellas que se mueven o nos guían a través de los mares, tamaños, proporciones, movimientos exactos,…quisiera que pensáramos un momento que el sol no puede ser más grande que la tierra; que la tierra no puede verse de otra forma, desde un cohete, que llena de colores; que aparte de los hombres habrá otros seres que no son tan extraños; que el mundo podría caberme en una mano; que la tierra la pueblan tan sólo los que amo;…


jueves, 29 de septiembre de 2011

Un año en la red

Hace algo más de un año que se abrió esta ventana en nuestra aula. A través de ella, padres, madres, abuelos, demás familiares y amigos, profesionales de la enseñanza y aficionados al mundo de la educación, han podido pasarse por nuestra clase y conocer algunas de nuestras actividades, nuestra pequeña historia y nuestro día a día.

Quise con ello presentar a las familias un “diario de clase” y abrirles la posibilidad de participar, opinar y sentirse motores, también en el colegio, de la educación de sus hijos. El buen ambiente de amistad y cooperación que se ha ido conformando entre los que pertenecemos a la comunidad escolar “La casita de Miguel” da buena fe de ello.

Realmente me parece que hace un siglo que publiqué la primera entrada. Por algunos problemas de salud, no estaba hecha a la idea de ser tutora de niños de tres años. Me parecía una meta insalvable. Sin embargo, poco a poco, fuimos conociéndonos y ocurrió lo que siempre suele suceder en estos casos, nos enamoramos. Llena de temores e incertidumbres, por mi falta de conocimientos en temas informáticos,  pero con la intención de hacer crecer poco a poco nuestra ilusión y compartir  mi vocación por la enseñanza, comencé a asomarme tímidamente en la red. Después fueron los propios niños y niñas los que deseaban contar en casa sus experiencias,... tan sencillo como conectar el ordenador y ya tenemos a mamá, papá o los abuelos conociendo nuestra vida escolar, haciendo crecer la motivación y fomentando los aprendizajes, casi sin proponérselo. Ya no se interpone la exigente vida laboral de los papás, ni las distancias, para compartir su mundo con las personas que más los quieren.

Me gustaría dar las gracias por el apoyo de los padres y madres, que con su entrega hacia los peques y su interés y entusiasmo dan sentido a este portal. También agradecer a todos los amigos y compañeros, especialmente a Inma Carmona y a “los gileneses exploradores”, que me han dado muchas pistas para poder convertirme en una blogera eficaz. A todos los seguidores del blog tanto a los que figuran al margen de la página, como los que nos siguen asiduamente en el anonimato, no sólo desde Alhaurin de la Torre y Málaga sino también desde Madrid, Salamanca, Jaén, Córdoba, ciudad de Lima (Perú) y otros países del mundo como Finlandia y Rumania, donde tenemos familia,  y Canadá, desde donde nos visita frecuentemente algún amigo fijo que espero algún día se nos dé a conocer. Y especialmente al primer seguidor, Carlos, mi marido, que tiene el privilegio de ser siempre el primero en leer los artículos ya que goza de cierto enchufe con la autora.

Un recuerdo especial para nuestros amigos japoneses, que nos agradecieron el aire que le  enviamos para limpiar Fukushima. Los llevamos en el corazón y seguimos deseándoles lo mejor para su pronta recuperación.

Me lancé a esta aventura, llevando como equipaje únicamente mi inexperiencia en el mundo digital, mucha ilusión renovada y el deseo de compartir mi particular forma de entender la Educación Infantil. Ha pasado un año. Juntos, maestra y peques, hemos crecido. Nuestra historia continúa…seguiremos haciendo escuela y compartiendo nuestras vivencias con los que lo deseen.

“La casita de Miguel” cumple un año. ¡Felicidades para todos los que de alguna forma se encuentran unidos a ella! El blog ha crecido gracias a vuestro cariño.

¡Un abrazo y hasta pronto!


jueves, 7 de julio de 2011

Hacer verano es hacer familia

Taller de sal
Si bien el verano acababa de asomar en nuestro calendario, sentíamos su influencia desde hacía unas semanas. La eminente llegada de las vacaciones, toda la preparación de la fiesta de fin de curso, el trasiego de ropa y calzado veraniego, la preparación de las salidas o viajes… nos sumerge en una estación que muchas veces más que relajarnos nos estresa más.

Taller de pompas
No podíamos acabar el curso sin cerrar nuestro ciclo de estaciones. Aunque un tanto apretados, por las fechas (el curso terminaba el día veintitrés de junio), deseaba que el taller se celebrase realmente en verano. Teníamos que lograrlo.

Taller de agua
Ante la opción de realizarlo sola con los peques o de que los padres y madres acudiesen a colaborar, muchos estaban dispuestos a participar y tenían disponibilidad para ello. Así que manos a la obra y a aportar cada uno lo que una servidora va demandando por aquí y por allá. Esa colaboración anónima y secreta no tiene precio y es de un valor incalculable. Personalmente he de decir que cuando ves a unos padres colaborar, casi a ciegas, en aquello que le solicitas, sientes una gratitud enorme porque esa confianza que ponen en aquella actividad que programas para sus hijos se traduce en una en un estímulo energético que te impulsa a andar planeando la siguiente actividad antes de haber acabado la primera.

Con ayuda, todo es fácil
Por otra parte, los padres y madres aprecian el valor de la tarea y, de esta forma, apoyan conscientemente o inconscientemente los aprendizajes en casa, con sus preguntas, con sus aclaraciones y en muchos casos con sus investigaciones y ampliaciones de los temas en familia. Les estamos mostrando que realmente nos interesa lo que aprenden en el colegio, sin darnos cuenta, vamos inculcando en ellos el valor de la cultura, la investigación y el trabajo en grupo.

Hicimos tres grupos de niños. Y se montaron tres talleres simultáneos. Dos en el patinillo y uno en la clase.
Tenían que rotar cada media hora, aproximadamente.

A ver quien lo consigue
El primero de nuestros talleres era de sal. Con ayuda de los mayores fueron tintándola de colores con tizas y llenando pequeños recipientes. Me hubiese gustado encontrar algo más apropiado pero al final, tuvimos que usar copas de champán desechables de plástico. No obstante, el resultado me pareció espectacular. Una idea genial para copiar y decorar la mesa para cualquier ocasión especial, con ayuda de nuestros peques.

Con espuma el agua es más "diver"...
Tuvimos también un taller de pompas o burbujas, como las llaman en otros países latinos. No dimos con la proporción exacta de jabón, agua y glicerina por lo que no pudimos realizar las pompas gigantes con las que había soñado. Queda pendiente para otra ocasión porque esta espinita no me la dejo clavada. Realmente el verdadero fracaso estuvo en mi orgullo malherido más que en otra cosa, porque los niños se lo pasaron de lo lindo soplando para levantar espuma, creando sus burbujas al aire, haciendo pompas gigantes sobre la mesa y dejándose hacer algunas, sobre sus barriguitas.

¡Una pompa en mi barriga!
Por último, el taller estrella era el de agua con experiencia de flotación. Con una piscinita pequeña en la que no acabaron dentro por muy poquito, pero con la que se remojaron a gusto, salpicaron, flotaron barquitos, patitos, cocodrilos y hasta arañas acuáticas. Como remate, haciendo tímidas incursiones a la zona del taller de pompas, acabaron llenándola de jabón. Lo pasaron en grande, salpicándose y refrescándose.

Menudo banquete que nos espera
Al final nos dimos el banquetazo veraniego. No nos hicieron falta ni refrescos, ni helados, ni cervezas "cero cero". Tomamos lo que nos ofrece el terreno en esta época, lo más sano y natural, la fruta. Sandías y melones, que escogieron con cariño para nosotros el papá y la mamá de Pedro, dulces y deliciosos.  Creo que la traca final fue la sorpresa de la aparición nuestro cocinero Sebastián , que se ofreció amablemente a ayudarnos. Trinchó dos sandias enormes y un melón en menos de un minuto. Y a disfrutar… aunque para algunos peques parecía difícil superar la aversión por la fruta, al final todos la probaron y disfrutaron de las delicias de su fresco paladar. Los mayores que habíamos sudado lo nuestro corriendo de aquí para allá, también tuvimos nuestra recompensa merecida y disfrutamos aún más si cabe, saboreandolas al mismo tiempo que veíamos comer a los peques, deleitándose con la jugosa fruta, mientras ríos de néctar rosado resbalaban despacio por sus mejillas y barrigotas.
A algunos les cuesta probar...

Una manera de comenzar nuestro verano demostrándonos que es fácil buscar entretenimientos sencillo para los niños, sin necesidad de visitar Euro Disney,... que cualquier actividad con el papá y la mamá puede convertirse en una celebración, que el buen tiempo invita a disfrutar más de las familias, a compartir con amigos. Que no es necesario elaborar platos complicados para compartir un manjar delicioso en un ambiente festivo y fraternal.

Ahora nos toca descansar de prisas y rutinas, disfrutar y sobre todo, compartir nuestro tiempo con los peques. Y que no se diga, hacer verano es hacer familia,…abramos nuestra página familiar compartiendo nuestros gozos, pequeños logros, nuestros dificultades, nuestras sencillas actividades,…esas pequeñas cosas cotidianas que hacen grande nuestra vida y una vida grande no es cosa pequeña.
Dulce, fresquita  y deliciosa...

También pintamos manzanas para nuestro árbol...ya tiene fruto.

Al día siguiente terminamos la fruta...menuda despedida

miércoles, 29 de junio de 2011

I have a dream (Tengo un sueño)

Este año bailamos con Abba
Durante estas fechas y desde la primavera,  en nuestro patio escolar, muy a menudo, encontramos pequeños pajarillos que han tenido el infortunio de caer del nido antes de ser suficientemente maduro para ello. A veces logran sobrevivir a la caída pero la mayoría yacen sin vida cuando los niños los descubren. Es una escena tan cotidiana que incluso la mayoría de ellos están acostumbrados a experimentarla y somos tal vez los adultos los que nos compadecemos más ante estos hechos. Quizás porque conocemos el misterio que encierra la transmisión de la vida o tal vez, porque nos muestra la otra cara de la moneda que supone el hecho inevitable de la muerte.
Nuestra canción: "I have a dream"

No podemos evitar, con sentimientos humanos, que estos hallazgos frecuentes nos produzcan malestar, pena y un cierto sentimiento de queja interior. Aunque lo cierto es que parece ser que esto es parte del ciclo de la vida y que el hecho de que estos caigan del nido, propicia que los que queden en él, reciban mayor aporte de alimentos, crezcan más fuertes y tengas mayores posibilidades de sobrevivir.

El estribillo: "Creo en angelitos..."
Igualmente, demasiado a menudo vemos caer a los jóvenes y adolescentes de sus nidos en las familias cercanas y casi siempre nos comportamos como expertos ornitólogos y encontramos montones de explicaciones para el caso, aunque en el fondo sabemos y tememos que esto también puede ocurrir en nuestro hogar.

¡Pero que lindos van!
I have a dream… Tengo un sueño. Creo que todos nuestros niños llegarán a ser lo que soñamos para ellos. Si hoy nos falta algo realmente con urgencia es la esperanza…el convencimiento firme de que podemos conducir a nuestros niños hacia lo mejor, hacia nuestros sueños. Soñar y luchar… luchando nuestros sueños se han de quedar cortos. Soñar que nuestros niños serán importantes para el mundo, que dejarán su huella, que amarán y serán amados, que construirán nuestro futuro, que honrarán nuestros desvelos,…

Los peques actuaron muy bien.
I believe in angels… Creo en angelitos. Creo que todos van a tener la fuerza para volar a tiempo, para remontar en la caída y alcanzar la belleza de admirar el mundo desde su cielo. No es necesario que consigan grandes carreras, ni profesiones que les llenen los bolsillos, tampoco que alcancen la fama… aunque tampoco estaría mal (qué un dulce no le amarga a nadie). Pero sabemos que ese no ha de ser nuestro sueño. Todos tienen madera de buena gente, poseen la capacidad de llegar a ser, ante todo, buenas personas.

Repartieron amor con sus manitas...
Creo en angelitos, que me cuidan siempre de caer… Porque acaso, ¿no son ellos los que nos impulsan a superarnos a luchar cada día por lo que creemos, a levantarnos cada día con los ánimos renovados?… ¿No son nuestros pequeños los que nos impulsan, los que nos motivan a autosuperarnos, los que nos hacen olvidar nuestro propio cansancio, los que nos perdonan sin pensarlo dos veces y nos animan a levantarnos incluso en nuestros errores?

Creo que nos conquistaron a todos
Creo en angelitos que la vida linda me hace ver… porque tengo la suerte, aunque a veces me pese, de vivir rodeada de ellos las veinticuatro horas del día, porque tenemos la suerte de haber sido agraciados con este regalo inmenso que supone ser padres y madres, porque hemos de descubrir y hacer crecer en ellos todo lo bueno y potencial que tienen sus tiernos corazones.

Angelitos dulces y divertidos
I have a dream… Yo tengo un sueño. Traduzcamos literal esta frase y que siga siendo así en presente. Perseveremos en nuestro día a día, para que nunca lleguemos a traducir nuestra canción como lo hizo Abba con el fin de adaptarla a su melodía… que nunca tiremos la toalla con nuestros hijos e hijas, que nunca lleguemos a decir “Yo lo soñé”


Con los aros supimos orientarnos muy bien

Angelitos verdes como los bosques

Angelitos azules como el cielo y el mar

Angelitos rosas como las flores

Lo importante es que lo pasamos muy bien



          TEMA DE LA FIESTA DE FIN DE CURSO (GRUPO ABBA)