lunes, 23 de abril de 2012

Por una flor, ...un libro.

Recortamos flores
Durante estos días celebramos la Semana Cultural con motivo del Día del Libro. Nuestro colegio ha organizado diversas actividades interesantes alrededor de esta celebración.

Este trabajo no resulta fácil.
En nuestra clase hemos tomado como tema: “Por una flor…un libro”, apoyándonos en esa linda tradición catalana de regalar rosas rojas y libros en el día de San Jorge.  Hemos ideado una estrategia para renovar nuestra biblioteca de aula bastante deteriorada.

Así que manos a la obra, nos pusimos a crear una atractiva flor, dulce y llamativa. En color rojo como manda la tradición ya que se dice que allá donde cayó la sangre del dragón que venció San Jorge, en auxilio de la hija del rey, brotó un rosal de este color. Como faltó algo de papel cayeron también algunas en color amarillo.
Ya tenemos nuestras flores listas...
Y manos a la obra a recortar. No sin bastantes dificultades porque aún cuesta un poquito recortar con precisión cosas tan importantes. Por fin conseguimos nuestras tres flores de diferentes tamaños para montar una sola. Un chupa-chups  iba a hacer las veces de pistilo y nos iba a facilitar hacer el tallo con un palito de pinchito,   forrado ambos de papel de seda verde.

Por fin, nos las llevamos a casa
La ilusión mayor fue cuando lo envolvimos en celofán  con lazo y le pusimos la tarjeta en la que figuraba, de puño y letra de cada uno, nuestro lema: “Por una flor,…un libro”. ¡Y a llevárnoslas a casa! Sólo esperamos que las familias se motiven y  nos faciliten  un libro a cambio de nuestro esfuerzo.

Preparamos nuestra caja para
recibir los libros.
Creo que, al margen de esta bonita leyenda que he contado a mis hijos muchas veces, es maravilloso que celebremos, este día dedicado a las letras,  cada primavera. Los libros brotan como las flores  con sus hojas llenas de misterio, fragancias y colores. Algunos nos dan picores y otros nos enamoran para siempre. Algunos son inolvidables, a otros los olvidamos fácilmente (especialmente los de texto o los que nos impusieron). Unos marcarán en nuestra existencia un antes y un después: especialmente el primero que leímos entero; o aquel que nos dio una luz  cierta sobre el sentido de la vida; o ese que nos regaló aquella persona a la que mantendremos siempre viva en el recuerdo cuando miremos nuestra biblioteca y de la que perdurarán unas emotivas palabras olvidadas sobre el lomo; el libro que heredamos y aquel que únicamente  perdurará en el recuerdo porque hemos de devolver a aquel que lo posee como dueño.

Ya llegan nuestros libros nuevos...¡qué ilusión!
Los libros que abundan como flores. Pero hemos de pensar que  lo importante no es cuánto leímos sino cómo leímos. Podemos ser ciegos ante la belleza que se despliega en primavera, dejándonos helar perpetuamente en nuestro interior. Bastará con que nos paremos a observar una pequeña mariposa, una insignificante florecilla, un esperanzador brote que nace del árbol seco para que descubramos la primavera. Igualmente bastará con que un breve poema nos sonroje, con que una curiosa crónica nos sorprenda, con que un profundo cuento nos emocione,... para llegar a sentir el valor, la fuerza, el poder que se encierra en las palabras.

lunes, 2 de abril de 2012

Apasionadas familias con arte y tradición

Nuestra exposición
Esta semana despierta en cada uno un sentir diferente. Los andaluces no podemos evitar que nuestros sentidos queden envueltos por el olor a incienso, la música cofrade a cargo de las bandas y el llanto espontáneo de las saetas, el contraste de colores que, en nuestro pueblo, se torna fundamentalmente en verde y morado, los sabores de estos días (las torrijas en la merienda, el arroz con leche en la madrugada, el bacalao de los viernes,…) y  el tacto de los rasos, los terciopelos, el esparto,…

Forramos las mesas
Muchos de nuestros peques lo viven con intensidad en su familia, algunos como espectadores y otros como protagonistas luciendo sus trajes de nazareno. De una manera u otra, en la mayoría  de los mayores se nos despiertan  sentimientos  remotos. En un mundo en el que todo evoluciona con una prisa inalcanzable, en este ir y venir de todos los años de nuestra Semana Santa andaluza,  llegamos a convencernos de que muchas bellezas de nuestra sociedad cambiante son perdurables con el paso de los años. Es la magia de aquellos que llamamos “tradición” y que, aunque para algunos sea un anticuado término, es aquello que nos capacita para estrechar lazos con el pasado y también con el futuro, aquello que nos brinda la seguridad de conservar vivo el ser de nuestro pueblo.

Calculamos el papel que necesitamos
Cuando propuse a los peques que montásemos una exposición, todo eran vivas y vítores. Pronto descubrí que no sabían siquiera de lo que se trataba y me di cuenta, simpáticamente, de que cuento unos seguidores fieles y confiados en mis locuras de maestra. Comprobé que viven  cada nuevo proyecto como una víspera de Reyes. No saben que encontraran pero confían en que será bueno y divertido.

Medimos y cortamos el papel
Uno se los objetivos que me propuse era mentalizarlos de que las exposiciones son "para ver pero no para tocar". A estas edades los niños son tremendamente activistas y tener que pasar a ver las obras sin poder disfrutar de un rato de juego iba a constituir un verdadero sacrificio. Para conseguir este objetivo había que concienciarlos del valor de lo que hacíamos. Y esto se consiguió haciéndoles participar en todo el proceso. Desde forrar las mesas, hasta medir el fondo para saber el papel que necesitábamos, medir la superficie y cubrirla con un césped artificial.

Forramos las peanas
Por último solo faltaba colocar cada obra de arte.  Unas más simples, otras más elaboradas, todas valiosas y juntas, un precioso conjunto: algunos tronos, objetos religiosos, platos típicos, algo de historia en murales, fotografías, un bonito cartel sobre la Pascua en Rumanía, un precioso canto de alabanza evangélico, nazarenos de cartón,… Una vez más hemos sido uno. Las familias han tenido ocasión de disfrutar un rato con sus peques elaborando sus creaciones y  después las han compartido con las demás familias.

Algunas clases del colegio vinieron a visitarnos y los pequeños se reenganchaban en las expediciones, como si fueran uno más de ellos, a descubrir sus tesoros. Esos tesoros que, aunque reflejan el arte de todo un pueblo, fundamentalmente encierra el cariño de unas familias que desean lo mejor para sus pequeños.