jueves, 29 de noviembre de 2012

Creadores de estrellas

Hace unos días vi un cartel que contenía una frase que consiguió despertarme a la reflexión:

“Un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido”.

No he conseguido encontrar el origen de esta frase, aunque es cierto que a muchas más personas les ha llamado la atención, ya que se encuentra en muchos lugares de la red. En cualquier caso, si lo que afirma es cierto, todos nacimos con una cierta dosis de creatividad y por alguna razón extraña perdimos esta capacidad en el camino de nuestro crecimiento personal.

Considero que para trabajar la creatividad es importante considerar los siguientes puntos:

    1. Evitar el trabajo estereotipado, las fichas dirigidas y con una única realización posible.
   2. Proporcionar a los peques unos elementos reales de los que partir para crear. La imaginación parte de    bases verdaderas. Nuestro objetivo ha de ser, ayudarles a aceptar visiones diferentes de esas realidades.
   3. Permitir elegir el material que se utilizará para la realización de los trabajos. Cuantos más variados, más rica y personal resultará la actividad.
   4. Aceptar cualquier creación como válida, y ayudar al niño a completar los trabajos, a ampliar sus creaciones, planteándole nuevos interrogantes.
   5. Tener siempre en cuenta que la visión del mundo en el niño es muy diferente a la del adulto, intentar comprender su punto de vista y valorarlo.

Considerando estas máximas, al final del curso pasado, nos convertimos en creadores de estrellas. Nuestro objetivo decorar un cohete gigante realizado por todo el grupo. Nos gustó un modelo que vimos en la red y necesitábamos estrellas.

La tendencia general hubiese sido proporcionar una ficha con una perfectísima estrella, posiblemente una cartulina ya coloreada, y luego recortarla o incluso, si se trata de niños más pequeños, picarla para que no varíen, en lo más mínimo, unas de otras. Podríamos incluso incluirla como una actividad para casa.  No cabe duda que el resultado sería espectacular y perfecto al modo de ver adulto aunque no sería más que el modo estereotipado de proceder para el que fuimos entrenados en la escuela de generación en generación.

 Imaginemos otro sistema. Tenemos la suficiente motivación para la actividad como para rompernos la cabeza tratando de resolver lo que se nos propone: “Crear estrellas para decorar nuestro cohete gigante”. Habíamos visto un modelo que nos encantó en Internet.

Disponemos únicamente de una hoja en blanco. Habremos que hacer varios intentos, no es fácil dibujar una estrella cuando solo se tienen cuatro años. Damos algunas pautas en la pizarra considerando como ellos  expresan que van a afrontar la tarea. Algunos pintan un círculo y luego los rayos, otros realizan una serie de líneas entrecruzadas, algunos trazan líneas sobre puntos aleatorios que han pintado antes, aquellos realizan varios círculos,… Después coloreamos las estrellas, cada uno como quiera. Está permitido decorar las figuras con estampados o colores. Algunos realizan su estrella de color amarillo porque para ellos, han tenido tiempo de recibir el estándar y no pueden ser de otra manera. Finalmente a un reducido grupo tengo que darles una plantilla o su negativo porque no se imaginan una estrella de otra manera que de manera esteriotipada, se frustran en sus intentos y me lo solicitan. No obstante con una silueta pueden darle giros, sobreponer trazados, …para hacerla mucho más original que si reciben la ficha directamente con la forma .

El resultado del conjunto en el cohete no resulta tan vistoso. Las estrellas son desiguales y carentes de coordinación entre ellas. Lo importante es que cuando uno se acerca puede reconocer su propia estrella, señalarla, verla valorada. además lo más importante, descubrir que otras ideas que le enriquecen y le muestran otros puntos de vista.




Os presento así mismo un vídeo muy ilustrativo sobre este tema. En este descubriréis la escuela vista desde el punto de vista de un niño que siente que pierde su tiempo y se aburre. También la relación tan estrecha que existe entre la creatividad y la realización de aquello que nos gusta. Partiendo de esta premisa… ¿No es cierto que tratándose de aquello que nos apasiona, somos capaces de desarrollar una astucia  y resolución que incluso a nosotros mismos nos sorprende?


jueves, 15 de noviembre de 2012

Rectángulos con cinco vértices.


Nuestro nuevo amigo Rectangulín
Durante los dos últimos cursos escolares hemos trabajado habitualmente en grupos. Estos eran flexibles, sujetos a cambios, respetando los diferentes ritmos de los peques. El objetivo siempre era una actividad común, muy motivadora y los pequeños equipos debían ser dirigidos por mí o por los padres y madres colaboradores. Paulatinamente esta dirección ha ido siendo cada vez menos necesaria.

Alegremente puedo decir que de lo que se siembra se recoge. La Educación Infantil tiene ese puntillo tan gratificante que da el acelerado y espectacular desarrollo que experimentan  los pequeños a lo largo de la etapa. De alguna manera, es maravilloso ver como los principios educativos que sustentan mi habitual práctica educativa produce sus frutos y aquello que parecía un caos ha tomado ya forma y funciona equilibradamente.

Hemos llegado al punto en que es posible acercarte a una mesa y escuchar: “esa parte en rojo quedará mejor”, “pinta ahí una nube”, “el puente lo coloreamos entre todos”, “pásame el color que ya sigo por aquí”…Y en medio, me encuentro así como una feliz maestra rodeada de mis pequeños pero fieles pupilos, con más admiración que orgullo, diciéndome a mi misma,…”lo hemos conseguido”.
Unimos rectángulos individuales

En esta ocasión, partíamos de “rectángulos”, troquelados de alguna editorial. Los pintamos individual y libremente. Se trataba de decorarlos, más que de pintarlos. Normalmente esto rectángulos acaban en el casillero personal de cada alumno sobre una cartulina de un vistoso color y perfectamente rotulado con el nombre. Pero el final de nuestros rectángulos, que son anónimos y carentes de firma, iba a ser otro.
Unimos cada uno de los rectángulos y formamos a “Rectangulín”, un nuevo amigo que nos acompaña estos días. Es un robot con cuerpo, brazos y piernas rectangulares.

Nos faltaban piezas para los pies, las manos y la cabeza…así que “a trabajar” y a  formar nuestros grupos de trabajo. Le facilite a cada equipo un trozo de cartulina blanco para que hiciesen lo que les tocase: un pie, una mano o la cabeza. En total cinco grupo, cinco vértices  en el aula, trabajando para completar nuestra obra. Trazados, colores, algún que otro altercado,…al final dos manos, dos pies y una cabeza muy, pero que muy originales. El resultado genial. Añadí los ojos, nariz y boca de mi propia cosecha,…también formo parte de esta comunidad y me gusta aportar siempre mi granito de arena.
Nos encargamos de un pie

Una forma divertida y motivadora de trabajar el rectángulo, concepto muy simple pero que nos puede conducir a practicar numerosas competencias básicas en el aula. Y principalmente a trabajar de forma colaborativa, una de las máximas de la práctica educativa en nuestra “Casita de Miguel”.

¡Felicidades, Peques! Ya comienzo a vislumbrar el final de nuestra andadura, juntos, y espero terminarla colmada de satisfacción, con el gozo de que unidos hemos cumplido nuestro objetivo: la unión será siempre vuestra fuerza. Estáis creciendo como gigantes con corazón gigante.

El otro pie

Creamos la mano.

Hacemos la cabeza

Nos falta esta mano...














La unión es nuestra fuerza.

Un trabajo de todos, para todos.