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Limpiamos las flores |
¿Cuánto valoramos esa flor que crece tímida, entre la
calzada y la acera? Aquella espiga o amapola que nos regala el niño, cogida en
el camino desde su casa. Esas
innumerables margaritas que adornan nuestros campos y escampados, embelleciendo
los montones de escombros olvidados.
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Cortamos los tallos |
No las valoramos porque pensamos que año tras año, las
volveremos a ver anunciándonos la apreciada venida de la primavera nueva. Tal
vez no las valoremos lo suficiente porque olvidamos, como expresaba aquel poema de Bécquer, que “aquellas,… que
mirábamos temblar, esas no volverán”.
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Las ponemos en papel absorbente |
No obstante, para nuestros peques son un descubrimiento
sorprendente. Prácticamente las observan por primera vez. Les maravillan sus
caprichosas formas y sus coordinados colores, su mágica aparición en rincones
que eran áridos, apenas hace dos meses.
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Evitamos pliegues |
Los niños han tenido ocasión de observarlas,
descubrirlas y recogerlas con sus
familias. Después las trajeron al cole.
Las hemos colocado, con esmero y paciencia,
entre varias hojas de papel de
periódico y después las prensamos con cajones con libros. Nos llevaron varios
días dedicando buena parte de nuestro tiempo al entrar en clase para que no se
nos mustiaran a lo largo de la mañana. Nos ocupamos en colocarlas, aprovechando los espacios en el
papel, extendiéndolas, evitando los pliegues.
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Pegamos flores secas |
Por último, esperamos nuestro tiempo y cuando ya estaban secas,
invitamos a las familias para que nos ayudaran a crear obras de arte. Con
flores secas, pintura de dedo, cola blanca y algunos lienzos fuimos creando
nuestros cuadros. Usamos la técnica del puntillismo con nuestros dedos,
combinando colores y formas.
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Vamos sacando las más bonitas |
El
resultado fue espectacular. Hemos conseguido perpetuar la primavera. No se podría creer que nuestros cuadritos están hechos por niños de
cuatro años. Sin embargo, aunque la ayuda de los mayores fue esencial, ellos vivieron intensamente la creación de sus obras. Tanto fue así, que me hubiese gustado que Manolo y
Andrés, los padres que, con tanto esmero, montaron nuestra pequeña exposición,
viesen la cara de los niños cuando, al volver del recreo, vieron sus creaciones tan elegantemente
colocadas, junto a la puerta del comedor. ¡Este lo hice yo!, ¡este es el
mio!...
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Hay que tratarlas con cuidado |
Fue una buena
ocasión para plantearse… ¿Cuántas obras de arte nos privamos de crear por estar
ciego a la belleza de las pequeñas cualidades de nuestros hijos, esas pequeñas flores que adornan su espíritu? ¿Cuántas cosas grandes no
podríamos sacar de insignificantes cosas que apenas valoramos? El valor
de un beso, de una sonrisa, de una muestra de gratitud, de un juego, de un dibujo… cuántas
obras de arte en su ser más profundo podríamos arrancarles a nuestros hijos si valorásemos y tratásemos de perpetuar en ellos, esas
pequeñas muestras de bondad interior que nos regalan cada día.
En el
futuro, tal vez, podremos volver a dedicarnos otras sonrisas, regalarnos otros besos, intercambiar afectuosas miradas,valorar mutuamente nuestras ideas…Pero aquellos gestos de afecto que nos dedicamos hoy en nuestras familias…”esos no
volverán”.
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Poco a poco creamos arte |
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Juntos es más fácil |
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Ahora pintamos los jarrones con los deditos |
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Puntitos para crear volúmenes. |
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Así va quedando de lindo |
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Con las flores que nos sobran hacemos un recuerdo. |
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Decoramos nuestras postales individuales |
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¡Así ha quedado la mía! |
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Los padres y madres colaboradores. |
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Nuestra exposición de primavera...Al natural, es aún más bonita |
¡Qué bonitos!¡Menudas obras de arte! Un saludo.
ResponderEliminarGracias Ana
EliminarPierden un poco en las fotos. Pero sí que han quedado muy bien.
Hasta pronto.