sábado, 26 de febrero de 2011

Paseando con las estrellas (I)

Hombres y mujeres estrellas felices
La propuesta para el Carnaval del libro texto para este curso era “Los indios” frente a  la propuesta del colegio era “El espacio” ya que está previsto hacer un proyecto sobre este tema en Infantil. Así que había que afrontar ambas cosas, sin embargo, no me resultaba para nada atractivo meter el tema de “El espacio” cuando los niños andaban sumergidos en divertidas historias de indios que viven en tipis y se desplazan a caballo por las praderas, con sus caras pintadas de alegres colores y agitando sus plumas al viento.

No obstante, dándole vueltas y vueltas al tema,  recordé una vieja canción que cantaba de niña en los fuegos de campamento. Era un canto indio a la luna. Lo entonábamos marcando, todos, el ritmo al unísono con dos piedras cuando entraba  la noche, bajo un cielo repleto de estrellas como nunca ninguno habíamos visto antes. A la luz de la candela,  se dibujaban sombras y se mostraba la realidad en tonos sepias transportándonos a un mundo irreal y mágico. Y pensé… tal vez no resulte tan complicado unir ambos temas y  hasta podría resultar mucho más motivador para los niños poder observar “el cielo” mirándolo  con “ojos de indios”.

Así que manos a la obra,  les inventé un cuento para introducir el tema. Y resultó…, les gustó mucho y acabaron entusiasmándose tanto, que cuando les dije que íbamos a hacernos nuestros propios trajes de Carnaval, disfrazándonos de los personajes de la historia, todo fueron “hurras” y saltos.
Creando nuestros disfraces
Ahora sólo falta que los papás y mamás se entusiasmen tanto como los peques, porque comienza una aventura en el que todos participaremos y seremos de alguna manera protagonista. Seguiremos trabajando a partir del cuento. Iremos hasta donde la imaginación de nuestros pequeños indios nos lleve. Espero que  este tema nos dé mucho, mucho, que hacer, pensar y disfrutar…

Compartimos nuestro cuento y damos por iniciado nuestro proyecto de “El espacio”…


Danzando con las estrellas.

Érase una vez una tribu de indios que habitaban en una hermosa pradera. Eran muy dichosos porque vivían en paz y tenían mucha abundancia de comida. Se hacían llamar los  “japitipos” que significa “hombres felices”.


Sus arcos nunca se usaban para la guerra, solo para tirar a la diana y conseguir regalos y premios. No necesitaban cazar porque tenían un magnifico huerto, una hermosa granja con animales e incluso un pequeño horno donde poder preparar pan y pasteles para celebrar los cumpleaños. Cuando alguien cumplía años, toda la tribu se reunía por la noche alrededor del fuego y bailaban y cantaban bonitas danzas. Después, cuando estaban cansado el sabio de la tribu, que era el indio más viejo, les contaba bonitas historias muy  antiguas sobre sus tótems, es decir, el espíritu animal que cada uno tenía dentro de su corazón.

Un día ocurrió algo terrible. Una piedra gigante, un tremendo meteorito,  cayó del cielo, haciendo un enorme agujero sobre el suelo y destrozando toda la pradera. Al principio, se pusieron muy tristes pero luego se alegraron de que a ninguno les hubiese pasado nada porque, por suerte, estaban de excursión en la montaña, ese día, con sus caballos.

Danzando unidos y felices
Se acercaron a la piedra, que permanecía en medio del gran cráter, y vieron que estaba formada por “polvo de estrella” muy brillante y resplandeciente. Después de recuperarse del susto, decidieron hacer una fiesta para alegrar sus corazones y celebrar que todos estuviesen bien. Entonces, tomaron algún “polvo de estrella” de la piedra para pintar sus caras y sus cuerpos. Pero cual fue su sorpresa,… los indios se convertían en estrellas brillantes del cielo y nadie podía verlos sino tal cual, como astros que eran. Entonces comenzaron a descubrir los secretos que guarda el cielo de la noche porque después  del crepúsculo bailaban bajo la luna vestidos de estrella.


Sin embargo, el jefe, Pluma Plateada, pensó que no podían vivir allí porque ya no había huerto, ni granja, ni horno, ni siquiera pradera, solo un inmenso y árido cráter. Así que los indios cogieron los animales que pudieron y cargaron sus cosas en los caballos, y todos juntos se fueron caminando hacia el sur. Iban cantando tristes canciones porque estaban muy apenados ya que no querían abandonar su pradera. Pero en una litera, tirada por un caballo, llevaban la preciosa piedra de polvo de estrella, el meteorito caído del cielo, y que ahora era su única riqueza.

Después de muchos días de caminar llegaron a una selva. Al principio le dio mucho miedo de entrar en ella porque ellos no estaban acostumbrados a ver árboles tan grandes, pero luego pensaron que sería un buen lugar para vivir, así que, por fin, se decidieron a entrar en ella.
Nuestros disfraces, hechos con ilusión.


Encontraron un rinconcito de roca, de donde brotaba un manantial y decidieron quedarse allí. Pero el bosque era muy apretado y solo pudieron hacer pequeñas casas ya que no cabían los grandes tipis donde se reunían todos juntos a contar viejas historias mientras compartían ricos dulces de maíz. Tampoco podían ver las estrellas de la noche que tanto les gustaba observar, porque las copas de los árboles eran muy espesas y se lo impedían. Así que decidieron ponerse el polvo de estrella cada noche  y subir a las copas de los árboles, donde cantaban sus dulces canciones y contaban sus viejas historias. Y como en la copa de los árboles no podían bailar, solo se agitaban, centelleando  con sus brillantes colores, convertidos en hermosas estrellas.
Desde entonces, esa tribu se llamó los “tadetjapitipos” que significa los “felices hombre estrellas”. Y cuando se hacen mayores,  los niños y niñas “tadetjapitipos” emprenden un viaje, guiandose por los astros, hacia su antigua pradera donde descubren sus tótems, el animal que llevan en su interior, dibujado con las estrellas, en el cielo.
Y cuentan que cuando visitas su poblado de noche, sólo encuentras pequeños tipis vacíos… pero arriba, a pesar de la espesura de  las copas de los árboles de la selva,  descubres un brillante y maravilloso cielo tachonado de hermosas estrellas.

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