viernes, 31 de mayo de 2013

Bingo..por nuestra familia.

Con motivo del día de la familia, nos reunimos para jugar un bingo. Los peques van teniendo ya dominio de las cifras hasta el cien y por tanto, deseaban hacernos una demostración de sus habilidades que, al mismo tiempo, les animara a aceptar el reto de nuevos aprendizajes alrededor del número. De esta forma, se trata de presentarles las matemáticas de una manera divertida y útil.

 Fundamentalmente, el objetivo a perseguir es que los peques usen esta materia de una manera lúdica y que su mentes se inicien en el rodaje del pensamiento lógico. Es como si encendiésemos una chispa interior que les condujese a encontrar el sabor a la capacidad de abstracción que nos conduce a traducir la realidad en signos y cantidades.

El uso de esta competencia habría de hacerse desde el interior, partiendo de la premisa de que es necesario comenzar desde la intuición del propio peque, conducirlo a descubrir nuevos retos que le ayuden a descubrir los secretos que encierra  el razonamiento.

En los días anteriores repasamos la numeración, el orden en el que se presenta los cartones teniendo en cuenta el número de decenas, es sorprendente como captaron la idea rápidamente a pesar de su corta edad.

Lo pasamos muy bien cuando nos reunimos. Algunos niños estaban entusiasmados y expectantes. A unos pocos les costaba seguir el ritmo pero en general fue emocionante cuando se fueron cantando las líneas y los bingos, por mesas.

Aunque algunos no fueron buenos perdedores, sí hemos de reconocer que hubo unos magníficos vencedores. Cantaron su bingo con ilusión, se sintieron equipo y celebraron con alegría el triunfo de uno, compartido con toda la mesa.

Después nos comimos un bizcocho que nos regaló la mamá de Sara y a la que le agradecimos mucho su atención. Fue el mejor premio y lo mejor es que lo disfrutamos todos.

¿Quién venció? Realmente todos. Es curioso que tenía prometido regalarle unos tazos a los ganadores y sin embargo, ni siquiera me lo pidieron. Les bastó la compañía de sus seres queridos, el clima de amistad, la risa, la expectación... No saque la caja de los tazos, tal vez, porque sentía la palabra ¡bingo, bingo! resonar dentro y no quería apagar el eco. ¡Bingo por estos peques!  Hoy he comprobado que comienzan a entender el valor de la amistad, la familia y la fraternidad.



domingo, 5 de mayo de 2013

Madre y maestra

¿Qué reto es mayor... el de ser madre de familia numerosa o el de maestra? ¿Cuándo descansar de niños? Tú no te aburres… ¿Verdad?

Estas son preguntas que suelen formularme bastante a menudo. Tal vez sorprenda un poco que, después de trabajar toda la mañana con veintisiete peques, me marche a casa y continúe la jornada con cinco hijos, tres de ellos todavía pequeños.

Quejas aparte, que surgen casi siempre fruto del cansancio, he de decir que puedo sentirme afortunada. Afortunada porque me gusta mi trabajo, cosa muy de agradecer hoy día. Por otro lado, aún en los días más negros, puedo decir que siempre me llevo a casa algún regalo. Ya sea material, como ese dibujo en papel arrugado, donde pone “Mari Carmen, te quiero, eres la mejor” y todo ello con faltas de ortografías incluidas  de propina. También muchos regalos en forma de enriquecimiento personal como la satisfacción de ver avanzar a ese que no llega, de ver integrado en el grupo a aquel que no se relaciona, de ver normalizada la vida escolar de los que tienen alguna dificultad,…y sobre todo desarrollar, día a día, grandes dotes de paciencia, dándote trompazos y probando en cada instante tu insuficiencia pero, al mismo tiempo, autoretándote a probar una y otra vez.

¿Qué ser antes "madre o maestra"? Por supuesto que en mi escala de valores estará siempre el “ser madre”. Esto por muchas importantes razones. Una de ellas porque los mejores cursos de perfeccionamiento de mi magisterio lo hice con mis hijos como profesores. Con ellos perfeccione mis conocimientos sobre las emociones, los sentimientos, la tolerancia, el convertir las deficiencias en encantos, aceptar sus derrotas y celebrar sus triunfos, llorar y reír con ellos, ordenar mi escala de valores, especializarme en priorizar,…

No cabe duda que el "ser madre" ha marcado mi "ser maestra". No obstante, también he de admitir que no soy “maestra o madre” sino “madre y maestra”. Que no puedo evitar eso que algunos llama “deformación profesional” y que yo no puedo llamar de otra forma que “vocación”, o si lo prefieren “misión”. Que cuando estoy con mis hijos me surge la vena didáctica que llevamos todas las madres y que nos conduce a explorar el mundo del conocimiento con ellos. Así mismo, tampoco puedo evitar querer a mis alumnos y alumnas con corazón de madre, sufrir con sus problemas, desear lo mejor a sus familias, enorgullecerme de sus logros y lamentar sus tropiezos…En definitiva, ser madre me ha ayudado  a ser la maestra que quiero ser y a considerar como pilares fundamentales en mi práctica educativa: la afectividad, el aprendizaje colaborativo y la creatividad. Tres pilares en los que es fundamental la aceptación del niño como persona  y no como un número o una operación exacta que siempre tiene que cuadrar de la misma forma.

Madre y maestra…madre y enfermera…madre y limpiadora…madre y administrativa…madre y comercial…madre y vendedora...

Qué el ser madre siempre nos enriquezca y anime a poner nuestro granito de arena para levantar este mundo que puede llegarnos a parecer decadente pero que sigue girando gracias, en gran parte,  al amor incondicional de las madres.

¡Felicidades en este día!