martes, 25 de enero de 2011

Los viernes...¡a la biblioteca!

Si me permiten cierta pequeña confidencia, les diré…

…que aprendí a leer con doce años. Y no es que fuese tan tarde a la escuela, en realidad, me estrené en ella felizmente con tres añitos. Y tuve la suerte de tener unas maestras geniales que me hicieron adorar el colegio hasta el punto de llegar a desear hacerme maestra.

Aprendí a leer con doce años…, exactamente inmersa en uno de los diálogos del final del libro de Benito Pérez Galdós, “Marianela”, que le tome prestado a mi hermana. Y fue en el mismo momento en el que tuve que soltar el libro en la mesilla de  noche para romper a llorar emocionada contra mi almohada. Supe en aquel instante que había sido cautivada por la lectura para siempre.

Después vinieron muchas otras lecturas y aún conservo la costumbre de mantenerme acompañada por un libro en el bolso o la mesilla de noche. Sin saber por qué los libros me proporcionan cierta seguridad, cierta garantía de que mi mente y mi corazón funcionan.

Y siempre que emprendo la lectura con mis alumnos desearía que esta chispa prendiese en sus jóvenes corazones. No me canso de comentar  a los padres la importancia de leer cuentos a los niños poniendo interés autentico en ello. Cambiando las voces de los personajes, usando buena entonación, disfrutando al unísono de los acordes de palabras. También de que ellos mismos aprendan a disfrutar de la lectura, si no lo han conseguido aún.

Es triste pensar que para muchas personas el aprendizaje de la lectura se resume en ir aprendiendo letras una a una, sin sentido, sin motivación. Y, como padres nos entusiasma ver como nuestros hijos van recordando el alfabeto, aunque realmente es solo eso… un alfabeto. Pensamos que están aprendiendo a leer pero no nos paramos a reflexionar, porque "tampoco  sabemos leer",  que realmente sólo están realizando un buen ejercicio de memoria. Leer es conseguir interpretar pensamientos, sentimientos y datos. Es poseer la llave del saber.

Nuestra clase los viernes visita la biblioteca. En ella hemos de aprender a amar a los libros. Eso ha de ser nuestro objetivo primordial.  Estos poseen muchas cosas interesantes. Nos conducen a lugares insólitos, nos llenan de conocimientos, nos sorprende con columnas de palabras que consiguen hacer música.

Lo primero que hacemos es ponernos en fila. Tenemos que acordarnos de llevar nuestro carnet para que nos presten los libros y podamos traerlos a clase. Luego los consultaremos y leeremos durante la próxima semana. También hemos de llevar los libros que nos prestaron la semana pasada para que los niños de otras clases puedan disfrutarlos  también.




Siempre les propongo un tema para que busquen en la biblioteca. Esto evita que la actividad se convierta en algo monótono. Hoy van a buscar libros sobre “el invierno”. Otros días hemos buscado, del otoño, del espacio, los coches, etc.

Pegaditos a la pared
Subir las escaleras se convierte en toda una aventura. Son dos pisos hasta llegar a la cima del saber. Tienen que ir en fila y  pegados a la pared y esto les cuesta mucho porque casi siempre tienen mucha prisa para llegar a la biblioteca. Bueno, realmente, ya saben… siempre tienen prisa para llegar a cualquier sitio.




Cuando llegan todos  quieren coger el mejor libro, el más grande, el más colorido…Durante unos breves minutos, te olvidas que son niños de tres años. Se han hecho mayores. Reina el silencio y los ojos andan abierto de par en par. Aunque pronto se cansan y se ponen revoltosos. Esto les cuesta, a ellos, alguna que otra regañina y a mí, un pensamiento fugaz en la mente…”Para qué me meteré en estos líos”.



Algunos han conseguido encontrar los libros que nos proponíamos pero es hora de volver a clase.  Casi tardamos más en desplazarnos que en realizar la actividad pero las cosas son así en Infantil. Forma parte de las reglas.





Por último, antes de marchar los libros han de quedar colocados en su sitio. Nos fijamos en los códigos de los cajones y los que llevan los libros pegaditos en su portada. Cada oveja con su pareja. Todo debe quedar como nos lo encontramos y a veces cuesta guardar porque  supone desprenderse del libro que les gusta hasta la semana que viene.


Hemos conseguido nuestro objetivo. Tenemos material para la semana. Y en cuanto nos registren en el ordenador los libros elegidos que dejamos en el cajón de entrega, nos los traerán a clase para

poder disfrutarlos hasta que volvamos a devolverlos a la biblioteca.




Solo cabe continuar esta actividad con papá y mamá. Es posible. La biblioteca municipal es un buen objetivo a visitar cada quincena. Está preciosa para los niños. Qué ilusión les hace tener un carnet. Es un lugar mágico que recordarán  y agradecerán siempre, siempre.


Uno bastante osado
Las enciclopedias son lo más...

¿Demasiado jóvenes para disfrutar de la lectura?

3 comentarios:

  1. Gracias Mª Carmen por abrirnos una ventana de tu día a día en el cole. Has transmitido tu gusto por la lectura a los más pequeñines. ¡Felicidades!

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  2. Felicito a la tutora y tutoras del Colegio que poco a poco van creando la necesidad de algo tan necesario como la lectura. Es grato saber que, quizas no todos-as, pero sí muchos de ellos y de ellas no podrán pasar sin la compañía de un libro, como su maestra. ¡ Enhorabuena ! y espero seguir pudiendo leer artículos como este, que entre otros aspectos, provocan una inyección de ganas de ser maestro.
    JJ

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  3. ¡¡Enhorabuena Mari Carmen!! Estos niños y niñas van a saber muy bien lo que se puede descubrir en una Biblioteca.

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