lunes, 16 de diciembre de 2013

Aprendiendo a "aprender, jugando"

No cabe duda que el juego es la actividad por excelencia del niño, diría casi que es vital para su desarrollo. Desde que comienza a tener conciencia de sí mismo y de su entorno en el útero materno, comienza el juego. Dará vueltas, saltos, tirará del cordón, responderá a los estímulos exteriores con pataditas. Después inicia una carrera de desarrollo en torno al juego, aprendiendo a desenvolverse poco a poco en su medio. Realmente el niño, en edades tempranas, no llega nunca descubrir la diferencia entre actividad cotidiana y juego. Puede estar tanteando, hasta conseguir ponerse el jersey, mientras imagina que se viste de astronauta. O puede el mismo hacerse el avión mientras se toma el plato de puré cuchara a cuchara. Dibujará carreras, explosiones, saltos o tormentas.

Poco a poco, en la escuela, se trata de introducirlos en tareas más serias que consideramos cumplen los objetivos de habituación, normalización y aprendizaje. De esta forma, se irán cortando sus tiempos de juegos y alargando sus tiempos de actividad dirigida, fundamentalmente se les conducirá a realizar tareas diseñadas por una mente adulta, de forma estereotipada, y sin unos fines realmente claros.  Y siempre sobre papel, o todo lo más sobre una pantalla ,es decir, en dos dimensiones.Son actividades que todos hacemos porque, simplemente, siempre se hicieron.

 El juego, que nos pareció fundamental en los primeros años de vida, comienza a considerarse una perdida de tiempo, un camino llenos de rodeos hacia ninguna parte y algo únicamente lúdico con unos objetivos claros únicamente de ocio, competitividad y pasatiempo. Los niños continuaran jugando fundamentalmente como forma de esparcimiento no sólo para ellos, sino para sus mayores, que descansarán mientras ellos, se comenta,"fogan".

Aunque si pensamos en el juego como metodología de enseñanza, descubriremos el gran potencial que esconde. Partimos de la base que es motivador para el niño, intrínseco a su propia naturaleza. Continuaremos considerándolo como un gran aliado en nuestra práctica educativa cuando conseguimos recrear aprendizajes significativos de forma manipulativa y sensorial. Tenemos que tener en cuenta que, tal como anda la enseñanza en estos  momentos, los niños en sus cursos de primarias aprenderán medidas y volúmenes sin tocar un recipiente o un metro, estudiarán las características de un plano sin diseñar ninguno, estudiarán elementos del paisaje observando fotografías o vídeos en dos dimensiones, estudiarán las partes de una flor, las formas de las hojas, el tipo de árboles, sin observar la naturaleza. A todo lo más que aspirarán es a realizar una excursión, casi siempre fuera del contexto que estudian en ese momento, y con poca oportunidad de interaccionar con ese medio más que brevemente y de forma muy dirigida
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Tal vez, sea en la Educación Infantil la única vez que tengan oportunidad de observar las leyes de la gravedad, de realizar operaciones matemáticas de forma práctica que le lleven a descubrimientos increíbles, realizar trasvase de líquidos y materiales discontinuos, estudien las leyes del equilibrio, las variaciones de velocidad dependiendo de las pendiente en las que se desplazan los cuerpos, la forma en tres dimensiones de los sólidos geométricos... Y todo ello mientras juegan, manipulando materiales a través de un entorno estructurado que le permitirá ir avanzando en los aprendizajes.

Por último, no podemos olvidar el valor del juego para el aprendizaje de hábitos, habilidades sociales y valores  que le serán útiles en el desarrollo integro de su personalidad, tanto presente como futura. Se trata de respetar los descubrimiento y tiempos del otro, de colaborar en tareas que le motivan, de recoger y cuidar el material, de aprender a esperar para usar un juego que ya está ocupado, de ordenar y clasificar los distintos elementos, de recoger lo que se ensucia, de compartir los aprendizajes, de trabajar en grupos, de desarrollar la creatividad y ser valorado en sus nuevas formas de resolver los enigmas que encierra cada situación de juego, de respetar el silencio y la tranquilidad de los otros. Para ellos hemos de aprender a "aprender jugando" o tal vez, en muchos casos, solamente habrán de continuar haciendo lo que sabían hacer desde incluso antes de su nacimiento.

Dejémosle jugar y ayudémosle a aprender mientras juegan. Disfrutemos de sus descubrimientos y creaciones llenas de magia y alegría.