domingo, 18 de agosto de 2013

Ciencia mágica para mágicos científicos...

Visita a Principia

No he podido dejar de compartir la visita que realizamos al Museo de la Ciencia de Málaga en el mes de junio.

En este  lugar  los niños pudieron observar fenómenos naturales de forma lúdica. Tuvieron la oportunidad de manipular aparatos, experimentar y probar los elementos, conocer los secretos de una ciencia que forma parte de cada uno de los momentos de nuestra existencia.

Realmente...¿jugaron a ser científicos...o realmente lo son? ¿Existirá en nuestro ser una tendencia  innata que nos ha conducido a aprender a deambular, comunicarnos, disfrutar aprendiendo, cambiar la distribución de nuestros espacios, meditar sobre los que queremos,...?

Recuerdo cuando llevaba a mis hijos en brazos,...algunos con buena intención me decían que los estaba mal acostumbrando. Siempre he mantenido que ellos nacen "acostumbrados" a ello y que somos nosotros los que tenemos la libertad de arrancar ese instinto innato en nuestro hijos, antes de que ellos lo hagan por muto proprio (todavía no he visto ningún niño que siga colgado de su madre hasta los diez años aunque se le permitiera).

Igual ocurre con el espíritu científico de nuestros peques. Todavía me queda ver un niño que no experimente ante el ordenador, el mando de la tele o el móvil de sus padres, que no observe un juguete nuevo y lo manipule, que no arme una zapatiesta si se le deja a mano pinturas, plastilina, barro o cualquier otro material discontinuo...

Aún a nuestra edad sentimos el gusanillo de probar ese aparato nuevo que nos va a facilitar la vida en la cocina, de conocer los avances de aquello que nos importa, la necesidad de probar algunas mejoras en nuestros objetos cotidianos,...

No es necesario el generador o la probeta para ser científico. Basta con preguntarse cada día por el milagro de saborear una deliciosa comida que una hora antes no era más que un montón de ingredientes incluso amargos. Basta con disfrutar de una melodía e incluso tatarearla con los ojos cerrados preguntándonos como puede viajar por el aire y llegar a nuestro oído. Basta con observar el horizonte y cuestionarse por qué se pone el sol cada día y quedamos con la certeza que volverá a haber luz en la madrugada.

Basta con observar a nuestros hijos, nuestros pequeños y mágicos científicos, para meditar que hace pocos años solamente existían en nuestros proyectos, pero ahora llenos de vida corren y saltan, mientras tratamos de adivinar algún rasgo que nos desvele el misterio de esta navidad en nosotros...





Esta entrada ha sido publicada por la revista digital "Bebés y más". Gracias por vuestro apoyo y reconocimiento.
http://www.bebesymas.com/bebes-y-mas/blogs-de-papas-y-mamas-cxciv