Recibimos con sorpresa y alegría la presentación de los
instrumentos: dos guitarras, la batería y un contrabajo. Pero todo fue una auténtica
estupectación cuando comenzaron a sonar. Era para ver la cara de los peques al
oír el ritmo más moderno que bailaron sus abuelos. Del asombro y la pasividad
pasaron a marcar tímidamente el ritmo, de marcar el ritmo a vapulearse sobre su
sitio y de vapulearse a bailar en la improvisada pista de baile al final de la
sala del gimnasio. Unos seguían a otros y al final casi todos acabaron bailando
a ritmo de rock and roll.
Ritmo que a los peques les fascinó porque, fundamentalmente,
sonaba sobre todo con acordes salidos del corazón. Los niños conectaron con
mucha facilidad con los músicos. Ni que decir tiene que considero que pocas
veces habrán podido, estos, disfrutar de un público más entusiasta. Pronto
fueron todos uno.
Como guinda para el pastel…los peques tuvieron oportunidad
de probar la guitarra y la batería. También de admirar de cerca el contrabajo
que para ellos es un violín gigante de voz ronca. Todo ello, acompañado por el
afecto, la sonrisa y la dulzura de nuestros músicos que, con toda la paciencia
del mundo fueron acompañando suavemente a los peques en su sueño de
compositores improvisados.
¡Muchas gracias por vuestra música y vuestra ternura! Os
deseamos lo mejor y que sigáis haciendo felices a todos los que os escuchen
como nos hicisteis a nosotros.
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