jueves, 7 de junio de 2012

Perpetuando la primavera

Limpiamos las flores
¿Cuánto valoramos esa flor que crece tímida, entre la calzada y la acera? Aquella espiga o amapola que nos regala el niño, cogida en el  camino desde su casa. Esas innumerables margaritas que adornan nuestros campos y escampados, embelleciendo los montones de escombros olvidados.
Cortamos los tallos

No las valoramos porque pensamos que año tras año, las volveremos a ver anunciándonos la apreciada venida de la primavera nueva. Tal vez no las valoremos lo suficiente porque olvidamos, como expresaba  aquel poema de Bécquer, que “aquellas,… que mirábamos temblar, esas no volverán”.

Las ponemos en papel absorbente
No obstante, para nuestros peques son un descubrimiento sorprendente. Prácticamente las observan por primera vez. Les maravillan sus caprichosas formas y sus coordinados colores, su mágica aparición en rincones que eran áridos, apenas hace dos meses.

Evitamos pliegues 
Los niños han tenido ocasión de observarlas, descubrirlas  y recogerlas con sus familias. Después las trajeron  al cole. Las hemos colocado, con esmero y paciencia,  entre  varias hojas de papel de periódico y después las prensamos con cajones con libros. Nos llevaron varios días dedicando buena parte de nuestro tiempo al entrar en clase para que no se nos mustiaran a lo largo de la mañana. Nos ocupamos en  colocarlas, aprovechando los espacios en el papel, extendiéndolas, evitando los pliegues.
Pegamos flores secas

Por último, esperamos nuestro tiempo y cuando ya estaban secas, invitamos a las familias para que nos ayudaran a crear obras de arte. Con flores secas, pintura de dedo, cola blanca y algunos lienzos fuimos creando nuestros cuadros. Usamos la técnica del puntillismo con nuestros dedos, combinando colores y formas.

Vamos sacando las más bonitas
El resultado fue espectacular. Hemos conseguido perpetuar la primavera. No se podría creer que nuestros cuadritos están hechos por niños de cuatro años. Sin embargo, aunque la ayuda de los mayores fue esencial, ellos vivieron intensamente la creación de sus obras. Tanto fue así, que me hubiese gustado que Manolo y Andrés, los padres que, con tanto esmero, montaron nuestra pequeña exposición, viesen la cara de los niños cuando, al volver del recreo,  vieron sus creaciones  tan elegantemente colocadas, junto a la puerta del comedor. ¡Este lo hice yo!, ¡este es el mio!...

Hay que tratarlas con cuidado
Fue una buena ocasión para plantearse… ¿Cuántas obras de arte nos privamos de crear por estar ciego a la belleza de las pequeñas cualidades  de nuestros hijos, esas pequeñas flores que adornan su espíritu? ¿Cuántas cosas grandes no podríamos sacar de insignificantes cosas que apenas valoramos? El valor de un beso, de una sonrisa, de una muestra de gratitud, de un juego, de un dibujo… cuántas obras de arte en su ser más profundo podríamos arrancarles a nuestros hijos si valorásemos y tratásemos de perpetuar en ellos, esas pequeñas  muestras de bondad interior que nos regalan cada día. 

En el futuro, tal vez, podremos volver a dedicarnos  otras sonrisas,  regalarnos otros besos, intercambiar afectuosas miradas,valorar mutuamente nuestras ideas…Pero aquellos gestos de afecto que nos dedicamos hoy en nuestras familias…”esos no volverán”.
Poco a poco creamos arte

Juntos es más fácil

Ahora pintamos los jarrones con los deditos

Puntitos para crear volúmenes.















Así va quedando de lindo

Con las flores que nos sobran hacemos un recuerdo.

Decoramos nuestras postales individuales

¡Así ha quedado la mía!

Los padres y madres colaboradores.

Nuestra exposición de primavera...Al natural, es aún más bonita

2 comentarios:

  1. ¡Qué bonitos!¡Menudas obras de arte! Un saludo.

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    1. Gracias Ana
      Pierden un poco en las fotos. Pero sí que han quedado muy bien.
      Hasta pronto.

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